Juan Francisco Pro nació en Paradinas de San Juan (Salamanca), en 1960. Este escultor y pintor ha sido premio Nacional de Escultura y primer premio de la II Bienal de Escultura Mateo Hernández. La forma en que la luz se modula es fundamental en su obra y, por ello, ha creado una nueva técnica llamada Prometales: fusión en frío de cobre y zinc, en la que el agua sirve de catalizador y fijador.

Es decir, Pro trabaja los metales como si fuese un alquimista y sus obras delatan su interés por el espacio, la arquitectura, la naturaleza y la geología. Ese contraste de texturas y materiales así como la relación que estos establecen con el espacio son dos de las constantes en su trayectoria.

Juan Francisco Pro empezó trabajando con madera al ser un material manejable al que podía añadir color y texturas en constante  movimiento. En 1990, comenzó a mezclar la madera con el hierro, encontrando un lenguaje más ajustado a sus deseos y en 1995 se dio a conocer con el Certamen Nacional de escultura, El toro Bravo, Junta de Castilla y León.

Los Prometales suponen una ruptura de fronteras con su quehacer anterior, un fluir constante de creatividad, una proyección de inquietudes, una nueva vanguardia y modernidad expresiva creada con un nuevo lenguaje artístico que emplea formas y técnicas innovadoras. Esculturas y pinturas donde lienzo y óleo son sustituidos por planchas de zinc galvanizado con aplicación de hidrolizado de cobre, consiguiendo una gama de colores y matices, con los que sus obras adquieren un enorme atractivo y originalidad.

Por tanto, la obra de Pro desvela su capacidad de introspección para hacer plásticas sus intuiciones estéticas y su carácter indagador de técnicas que le permiten un avance constante en el ámbito de la expresión, lo que le lleva a generar un equilibrio entre objeto representado y técnica.

Para Juan Francisco Pro es muy importante la arquitectura, el movimiento potencial en el espacio mediante la luz y la sombra, el espacio y el color, reconocidos por el observador como un correlato objetivo de la imagen. Ese despliegue extraordinario de luz brillante y de sombras incisivas en medio de un espacio articulado de una manera muy sutil; la colocación de la luz, que parece, en cada momento, desplazar y modificar la masa circundante, y esa sensación de masa que se disuelve en una luz siempre cambiante son características básicas de su obra.

La presencia del paso y el peso de los metales, que a primera vista no se percibe, nos da una sensación de revelación del espacio mediante la oscuridad visible que se pone especialmente de manifiesto en la arquitectura reflejada en su obra: «La armonía de la forma, de la luz y el color se logra mediante la síntesis de sus inherentes cualidades contrastantes».

Quizás por ello, en sus cuadros y esculturas hay un equilibrio tensionado entre presencia y ausencia y, gracias a eso, Juan Francisco Pro logra una articulación de la forma que genera calma y, a la vez, un efecto estimulante: su obra se mantiene en suspensión y armonía.

 

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